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Junto a las profundidades abismales
una puerta se abre a través del tiempo
para el risueño y el sediento.
Donde Dionisos reina con malta y cebada
relegados aguardan los rojizos vinos
cuando el oro de los grifos mana.
Negras paredes con rojos pilares que evocan
a otros tiempos, al hada verde, al sueño
y a escritores del NOVECIENTOS.
Y en el fondo un diván que aguarda
para dar merecido descanso
a los miembros del hombre agotado.
Sobre el mármol corren espumosas jarras
mientras del techo cuelgan las tentaculadas
lámparas de tela negra y grana.
Tras la barra nombres de monjes y abadías
junto al del apostólico traidor
en fermentos de oro líquido cambiados.
Venid , alzad espumosas jarras llenas
y vacías dejadlas, bien secas
del rubio zumo celta.
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