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Con este artículo comienza el Archivo de la Hermandad del Templo de la Serpiente de Cristal (HTSC de aquí en adelante).
La meditación es la práctica de un estado de atención concentrada, ya sea sobre un objeto o situación externa, un pensamiento, la propia consciencia, o el propio estado de concentración.
Lo primero a tener en cuenta de cara a una práctica de meditación es la Limpieza; el practicante debe estar “limpio”, esto es, debe dejar de lado todas sus preocupaciones para poder llegar a un estado de “vacio mental”. Hay que dejar todo atrás antes de meditar, por lo que si hay algo que te preocupa, un problema o algo que tienes pendiente debes solucionarlo antes de emprender esta práctica.
El lugar más habitual para una meditación tomada como práctica mágica es en el interior de un pentáculo o un círculo, el cual puede estar inscrito o ser solo una formación de energía creada por el propio practicante. El área de meditación debe, al igual que el practicante, estar “limpia”, por lo que muchos barren el lugar donde van a meditar tanto física como energéticamente (una forma de hacer esto último es proyectando una onda de energía que arrastre los residuos energéticos fuera del “área de trabajo mágico”).
Una vez el área este limpia y uno mismo este limpio, y provisto de vestimenta cómoda, uno debe adoptar una postura cómoda, lo más normal es sentarse en alguna variedad de la postura del loto, siempre con la espalda recta, aunque algunos prefieren tumbarse con la espalda contra el suelo (esto requiere el esfuerzo adicional de que uno debe evitar dormirse, pues a veces en el estado de paz y tranquilidad de la meditación podemos vernos arrastrados por el sueño). Otra postura utilizada es la llamada “postura de la muerte”, esta no es una postura especifica, sino que es un término que se utiliza para cualquier postura que cause un ligero malestar, de manera que ese ligero malestar nos permita el centrarnos en la mente y nos fuerza a olvidar las percepciones físicas.
Hay que señalar que mucha gente usa música específica o inciensos como forma de ayudar a la mente a alcanzar el estado deseado durante la meditación. Esto es adecuado pero debe irse suprimiendo con el tiempo de forma que seamos capaces de meditar sin usar de esas muletas externas.
El principio de una meditación es la respiración, debe ser lenta, pausada, regular, sin sobresaltos, yendo desde una regulación consciente de la respiración hasta dejarla fluir de forma inconsciente de manera que podamos liberar a nuestra mente de ese “trabajo” de regulación de la respiración.
Luego viene la mente, debemos vaciar la mente de todo contenido, algunos lo hacen fijando la vista en un punto u objeto y descomponiéndolo hasta que no queda nada, otros cierran los ojos y van eliminando las imágenes que pasan por su mente, de forma que conscientemente van eliminando lo que puedan tener en la mente, hasta llegar a un vacio.
Con el tiempo ese vacio parecerá irse llenado por sí mismo, con imágenes que no son nuestras, ni evocamos nosotros conscientemente, sino que surgen venidas desde “otro lugar”. Muchos realizan la practica de la meditación con vistas a lograr no solo un estado de claridad mental sino para evocar estas “imágenes externas”.
Un ejercicio complementario a la meditación es la “construcción del templo astral” esto es, la creación dentro de la mente de un espacio diferenciado desde el cual poder acceder al espacio astral. Para realizar esa “construcción” debe lograrse primero dominar la meditación y una vez logrado podemos ya en un estado de “claridad mental” evocar nuestro templo, nuestra construcción mental, la cual tomará forma de acuerdo con nuestro inconsciente, nuestros deseos y nuestra personalidad; de ahí que no haya dos templos astrales idénticos.
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