Unos Versos
¿Quién se sentará sobre tus
rodillas castas?
¿Quién osará mancillar tu
sagrado regazo?
Oh caliente hembra de
insaciables apetitos,
Súcubo de pasión que en tus
garras exprimes
Miembros y corazones para
drenar sus jugos.
Te contemplas a ti misma
Deleitando tu pecadora
mirada
En tus propias carnes traspasando
Los límites de la moral y
los cierres
De tu ropa con tus manos para
alcanzar
Tus más recónditos lugares.
Tú, pecadora, que provocas
en mí
Esas pasiones impías,
sucias,
Manchadas, de polvos y pajas,
y hambre
Obscena y pecadora por tu
carne y sed
De tus más privadas
humedades.
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Déjame arrancar una vez
Un gemido de esos labios,
Un beso que no muerda ni
desgarre,
Un placer que no me mate,
Un recuerdo que no se
extinga.
Quiero follar, follar tu
cuerpo
Y como minero exhausto
Habiendo obtenido mi
recompensa
De líquido áureo de tu
vientre, descansar
Sobre las montañas de tu
cuerpo.
Pienso en ti, en imágenes y
recuerdos,
Quiero que me arranques la
ropa
Y entregarme a tus garras y pasiones
Viscerales que duelen y
queman
Como masas de magma
ardiente.
Y arder de pasión junto a tu
cuerpo
Bajo él y sobre él, y morir
feliz.
Quiero correr el riesgo,
otra vez,
Estar contigo, junto a ti en
alma
Y por fin… en cuerpo.
Tengo hambre de tu hambre,
De tus palabras lascivas,
De tus fantasmales besos
dentados,
De todo, en fin, lo que te
hacer ser tú
Pues no quiero a otra, solo
a ti.
Loba, te delitas con mi
dolor,
Con mi sufrimiento puro,
Haces de él tu obsceno lago
Donde te sumerges a disfrutar
Del dolor causado y el
placer obtenido.
Quiero calentarte, quiero
azotarte,
Darte todo tu merecido (todo
entero)
Y llenarte por completo
Hacerte por una vez dejar
De ser señora para ser
esclava.