Cántico del Monolito
Dicen que aún acechan horrendos seres de antaño,
durmiendo en oscuros rincones olvidados del mundo,
y sus puertas, ciertas noches, se abren para liberar
obscuras formas, en el Infierno del olvido enjauladas.
durmiendo en oscuros rincones olvidados del mundo,
y sus puertas, ciertas noches, se abren para liberar
obscuras formas, en el Infierno del olvido enjauladas.
Oculto en las montañas de una Hungría Mítica
hallarás un viejo pueblo cuyas ajadas casas
ya apenas resisten el tiempo y las leyendas,
los mitos y las piedras, y horrores peores que la guerra.
Apartada, al tiempo cercana,
se alza la Piedra Negra,
el oscuro Monolito,
mil veces maldito
por el pueblo humano...
y con su piel pétrea
con líneas grabadas,
sin metal y sin piedra,
pulida por miles de manos
al pasar por milenios sobre ella.
Miles de manos rozándola por miles de años, escribiendo
paso a paso, sobre su negra piel de piedra,
tal vez en lenguas hace ya miles de años muertas...
y tal vez sea mejor que nadie ya pueda leerlas.
Allí, en la profunda oscuridad aguarda
el negro cubil del primer mal, y dolor
que se esparce por la tierra, herida
por su solo contacto, mancillada.
Allí, en la profunda oscuridad aguarda
el negro cubil del primer mal, y dolor
que se esparce por la tierra, herida
por su solo contacto, mancillada.
!Y su sombra¡
que no te alcance su sombra al girar el día,
a su alrededor deja un cerco de muerte,
donde nada crece,
limpios estan sus alrededores,
ya nada vive en ellos,
¡Vacíos! hasta donde llega su obscuridad negra.
(...)
Allí donde nadie recuerda
cubierta por las brisas de los días
y los vendavales de los siglos,
sin sentir sobre su petrea piel luz alguna,
allí yace...
donde la arena ocultó el secreto, enterrado
su espejo negro, con el que ella,
en la medianoche entre tinieblas veía
formas aullantes de otras esferas.
Allí, en la oscuridad aguardan
en el negro cubil del mal,
en la medianoche entre tinieblas veía
formas aullantes de otras esferas.
Allí, en la oscuridad aguardan
en el negro cubil del mal,
el dolor se esparce por la tierra,
herida por su solo contacto.
¡No te duermas!, no te duermas a su sombra,
pues ella es la llave y la puerta,
la llave y la puerta oscura, ¡sí!
que despierta, ¡despierta! y se abre...
¡Se abre, se abre!,
¡ya llegan desde otro tiempo!
Ojalá pudiera cerrar la puerta,
ojalá pudiera romper la llave.
¡Se abre la puerta! ¡la piedra negra!